A placeres inhóspitos me llaman
las tibias higueras en la tarde
que envisten los dolores de mi olvido
pausados rostros añejos al ayer
Guillotinas redondas y robustas
girasoles violentos usurpados
del recuerdo
las historias
los pecados y el perdón
Sólo otoño ha osado
amoroso ocultarme sin piedad
que la vida no ha parado en mis ojos
y la esencia de la muerte llegará
Y pudiera entonces abatirme
el encuentro de las hojas sin final
que son mías
puras lágrimas
que en un tiempo
quizá eterno
yo pudiera escaparme
de tú engaño otoñal
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Gracias, enhorabuena.