martes, 13 de octubre de 2009

Poema

Quizá nadie ha escuchado de mis letras esta confesión,
lo cuál me alienta en tono frágil para sonreírte al oído
y agradecer la belleza que me has entregado
mientras recorrías el camino de mi mente a mis dedos
de mi ausencia hasta el reflejo de mi espejo

No sé si llamarte con mi nombre, o inventarme uno de Mujer
Y deleitar mi voz al pronunciarte, las finas cuerdas de una viola
en los trozos de un lector, que evoca sus frustrados sueños
y los revive al pensar en ti, al leerte, y amarte con sus ojos
para llevarte hasta su alma, y encarcelarte en un infinito dormitar

Tu morada es incierta cuando temeroso te elevo en mi voz
y alguien desconocido te encuentra milagrosamente y pare su fe
y da a luz bellos hijos, sensaciones instantáneas, permanentes al evocar
trazos rectos de colores y ella... ella, que siempre está

Poema, febrilmente agradezco cuando callas
y te conviertes en sus labios, su pelo, el olor de su cuello
para dictarme desde lo lejos, las primicias cubiertas
del único poema que a mi voz le es familiar; tú

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