miércoles, 2 de septiembre de 2009

Nadie cree en lo Eterno

Salí a buscar amada en las plazas de París
mis oídos puestos en las armonías de Strauss
caminando estático en los bolsillos de mi gabán
encontré mujeres vírgenes en amor y
prostitutas de historias miles
viviendo su pasado extremo en las llagas de su piel

Salí a buscar y no encontré
Lo superfluo agotó en las tiendas
la venta de ensoñación marital amanecida
y las rancias tardes asintiendo
de maridos pacientes llenos de canas
frente a recuerdos vívidos en las bocas de otras ancianas

Ya nadie cree en el Eterno
Los días pasan contra tiempo
y los sexos se juntan para sacar provecho
como si su sed fuese interminable
tan estrepitosa como el grito de un muerto

Salí a buscar
con la última esperanza puesta
en la idea precaria de poder amar
y sobreviví del encierro
de la horrorosa fuente del deseo

No encontré amada alguna
ni ajena
ni propia
ni siquiera referida por Cervantes

Se hace noche en la plaza de París
en los bolsillos de mi gabán el anillo
que baila las melódicas palabras de Strauss
en un círculo eterno ya extinguido
sólo en restos de una imagen mental
de aquel loco
resignado
que camina en soledad

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